lunes, 7 de marzo de 2011

Si supieras

Hay mi Fer, si supieras. Seguro, seguro que no te gustaría. Que me he vuelto una loca, pegada a estas teclas y sin poder escribir una buena palabra. Que me paso acá el tiempo que podría ser tantas cosas... Ese tiempo que podría ser cuento, que podría ser libro, que podría ser canción o que podría, siquiera, ser lasagna de carne. Un tiempo que podría ser abrazo o brownie con helado. Si supieras, si estuvieras aquí, si conocieras esta ciudad de las calles estrechas, me halarías del pelo, me arrastrarías lejos de esta endemoniada carcacha que lleva ya cuatro días pegada de mis manos.
Bajo ella se ha derretido mi regazo y las yemas de mis dedos se han fundido con las letras.
Hay mi Fer, si me vieras...

Ojos cuadrados

Junto a la puerta ya no hay nadie esperando una carta y ninguna mano reposa sobre el teléfono pidiéndole que suene. Todo ha cambiado y tengo los ojos cuadrados. Cuadrados de esperarte frente a esta pantalla inerte. Cuadrados de buscar tu nombre entre la lista de mails sin leer. Cuadrados de mirar tus fotos en digital. Mis oídos se han entrenado solo para el sonido del chat ante un nuevo mensaje. Mis manos tejen sobre el teclado de mi portátil. Mi cabeza se ha vuelto incapaz de pensar en otra cosa que no sea tu ausencia.
Tengo los ojos cuadrados, cuadrados de no verte, de no tocarte, de no olerte, de no oirte, de no probarte. Tengo los ojos cuadrados de extrañarte.