lunes, 30 de noviembre de 2009

Cuan larga soy

Me despertó el grito de la madre. Los niños iban tarde para el colegio. Alguien no había escuchado el despertador y ahora todos corrían por la casa y la mamá lanzaba ropa al aire tratando de encontrar dos pares de medias iguales y dos calzoncillos.

"Pero si no se va a acabar el mundo si faltan un día al colegio", decía el vecino gordo que parecía no entender nada.

Yo me bañé mientras todos corrían, luego me comí mis chococrispis y una cucharada de polen que me ofreció el vecino gordo y me fui.

No sé si fueron los gritos o fue el polen (me inclino por el segundo), pero perdí medio cerebro en esa casa. A partir de ahí todo empezó a salir mal. No pude concentrarme en clase, me subí al subte que no era, me equivoqué dos veces de puerta y dejé caer mi tarjeta de entrada, mi pasaporte, mis papeles, mi mochila y a mí misma.

Sí, tal cual. Me resbalé y quedé extendida en el piso cuan larga soy (como diría mi mamá), con la cabeza zzzumbándome y un señor al lado que preguntaba: "¿Estás bien?, ¿te pasó algo?"
"Nada, nada, solo perdí la otra mitad de mi cerebro".

Cuando escampa

Ya no llueve. Ya las caras no se esconden tras los paraguas y los hombres vuelven a acechar a las mujeres, recostados a las paredes, con sus miradas de lobos hambrientos.
Como hace calor, los hombres recorren las piernas de abajo a arriba, deteniéndose justo antes de las caderas con la esperanza de que un viento repentino levante la falda. Todo para encontrarse con un calzón gigante o una diminuta tanga brasilera o, si tienen mucha suerte, nada. Suerte porque en sus fantasías, la chica que no usa nada se acuesta con todos. Pero y ¿qué si al seguir subiendo se encuentran con un pecho achicharrado por el sol y dos senos aprisionados en un brassier de hierro, para evitar que se prescipiten hasta la cintura, y más arriba, los espera una cara estirada hasta la transparencia, rematada por tres mechas de pelo requeteteñido?

Los hombres como lobos siempre tienen hambre, no importa cuantas veces hayan comido. Los hombres como lobos siempre tienen ganas de un manjar mejor que el anterior.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Violeta

Desde lo más profundo,
Lo entrañable,
Aferrado, aferrado,
Arañando el silencio
Que se me coló dentro,
Asentándose en mí,
Vaporizándose,
Condensándose en mí,
Derramándose,
Bullendo en mí,
Y subiendo luego,
Lento, lento,
Por mi garganta,
Arriba, arriba,
Hasta mi boca seca,
Este color violeta,
Este violeta negro,
Un violeta nocturno,
Este violeta desgarrador.

Lluvia

La lluvia en mi casa suena,
pero no cae.
No hay gota que llegue al piso,
no hay agua que moje el suelo.
La lluvia en mi casa suena,
pero no cae.
Y sin embargo,
yo voy viendo mi casa
que se inunda.

Cielorroto

En este día de lluvia incesante, de gotera en la sala, de no pararse de la cama, quiero empezar este blog para que caigan en el tempestades; que las palabras salgan a borbotones y humedezcan las paredes, inunden la casa, emparamen a los amigos y les salpiquen los zapatos.

Advertencia: se recomienda entrar con botas pantaneras e impermeable, y cuide la cabeza, de vez en cuando llueven hasta maridos.