lunes, 30 de noviembre de 2009

Cuan larga soy

Me despertó el grito de la madre. Los niños iban tarde para el colegio. Alguien no había escuchado el despertador y ahora todos corrían por la casa y la mamá lanzaba ropa al aire tratando de encontrar dos pares de medias iguales y dos calzoncillos.

"Pero si no se va a acabar el mundo si faltan un día al colegio", decía el vecino gordo que parecía no entender nada.

Yo me bañé mientras todos corrían, luego me comí mis chococrispis y una cucharada de polen que me ofreció el vecino gordo y me fui.

No sé si fueron los gritos o fue el polen (me inclino por el segundo), pero perdí medio cerebro en esa casa. A partir de ahí todo empezó a salir mal. No pude concentrarme en clase, me subí al subte que no era, me equivoqué dos veces de puerta y dejé caer mi tarjeta de entrada, mi pasaporte, mis papeles, mi mochila y a mí misma.

Sí, tal cual. Me resbalé y quedé extendida en el piso cuan larga soy (como diría mi mamá), con la cabeza zzzumbándome y un señor al lado que preguntaba: "¿Estás bien?, ¿te pasó algo?"
"Nada, nada, solo perdí la otra mitad de mi cerebro".

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