Se me enfriaron los pies y desde eso se me está saliendo el alma. La invito a caminar y ella no quiere, aunque se queje de tanto estar en casa. Que si fruta o helado, ella no come, aunque le ruja el estómago del hambre. Que vamos a escribir, que no, no puede, tiene calambres. No sé, pero de a pocos, se me ha ido escapando. Me va quedando un hueco que no me deja concentrarme en nada y me la paso, paso por paso, pasando páginas.
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