martes, 31 de mayo de 2011

Mi árbol

Floreció cuando menos lo pensé. Tú habías dicho que era un árbol triste, que no había buenas razones para pintar un chamizo y que ahora a mi pieza, con él, había llegado el invierno. Pero a las ramas grises les llegaron capullos y el sol los fue tiñendo de azul. El otoño se volvió primavera y los pájaros empezaron a visitarme. Ahora hay flores en el aire y mi pieza se llenó del aroma de mi árbol gris, de mi árbol-chamizo, de mi árbol-mural frente a la cama.

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