jueves, 27 de octubre de 2011

Caminando

Hoy me traje caminando la tristeza. Es más fácil así, en bajada, porque pesa con ganas sobre mis hombros. Al principio me dejo rodar por la loma escuchando los gritos de los pájaros. Ya después tomo impulso y me lanzo a toda velocidad. La ciudad me espera abajo con sus gritos sordos y los pericos me animan desde los árboles mochos. Hay gente que me mira como si no entendiera la tristeza (o la alegría) y yo sigo rodando como si no los viera, porque ya me puse los audífonos y el mundo no tiene nada de real. Me lanzo a caminar o a correr y el vacío se me instala en la cabeza; una pantalla blanca se planta frente a mis ojos, proyectando lo que nadie ve y las canciones me hablan como si todas, todas las hubieran escrito para mí. Vengo con impulso y no oigo ni veo, no entiendo. Cuidado, no acepto señales de alerta.

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