sábado, 20 de febrero de 2010

Demora

El subte decide por mí cada vez que se demora. Es difícil contar con él. Cuando quiere se porta muy bien, juiciosito, y no necesito más de diez o veinte minutos para ir a donde quiero. Pero si no... Qué será lo que piensa, que le pasa por el motor, cuando ve a todos esos pasajeros esperándolo, con sus caras de tragedia y listos para empacarse en sus vagones como sardinas, porque él se levantó tarde, porque se quedó dormido, porque a sus pistones se les quedaron pegadas las cobijas. Y el conductor ahí, cumplido como siempre, sentado en su cabina miniatura donde no puede ni estirar las piernas. Y los pasajeros ahí, compactados en los vagones, respirando el aire ajeno y tratando de ignorar la presión del codo del vecino o la sensación húmeda del brazo sudado de la señora del lado; tratando de sacar el celular para avisar que van tarde para el trabajo, de mantener el equilibrio para no estripar al pasajero del fondo o de abrir campo para que la señora gorda pueda bajarse donde necesita. Que aventura, que tragedia, que maldición montar en subte a las 8:30 de la mañana.

1 comentario:

  1. Habrá que perderle el miedo al tráfico porteño y aventurarse en la bici... o en bote, depende.

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