viernes, 2 de abril de 2010

Cielorroto de pena

Todavía no llora el cielo, pero ya frunce el ceño para hacerlo. Ya la cara se le llenó de nubes, el viento sopla frío y el aire está tan denso que me parece casi que las gotas van a condensárseme en el cuerpo. Pero, ¿por qué va a llorar hoy el cielo? ¿Va llorar por él, o porque supo ya que eran todos cuentos? ¿Porque lo engañaron tantos años y supo al fin que las parejas no se quedan pegadas? ¿Va a llorar por costumbre, porque no es viernes santo si no llueve, porque ya lo esperamos, porque a él ya le cuesta no hacerlo? ¿O va llorar aquí por las Malvinas, porque ya no son de ellos, porque no importa cuanto le cambien los colores en los mapas, las perdieron? ¿Es un cielo distinto el que llora acá al sur o allá en el norte? ¿Llora el cielo en la India o en la China? ¿Por qué, por qué llora el cielo?
Llora, tal vez, para que yo llore con él acá en mi encierro de viernes transformado en domingo, de novio trabajando, de amigas no sé donde, de museos cerrados y de cielo con el ceño fruncido.

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