domingo, 3 de enero de 2010

Costanera sur

Volvieron los díás de verano. Cielo azul, cero nubes y treinta y un grados centigrados. En la costanera sur, se reunen las familias para descansar junto al río que alguna vez pasó por ahí y que ahora está a unos cuantos metros escondido detrás de la espesa capa de árboles que llaman Reserva Natural. Al pie de la baranda, queda todavía un poco de agua lodosa estancada entre los juncos: escepcional criadero de mosquitos y basurero favorito de los visitantes.
Así, las familias toman el sol, sobre sus sillas plegables, ocupando los espacios vacíos entre una parrilla y otra, comen su choripán, toman Fanta y celebran con helado, mientras los niños en traje de baño, usan sus baldes y palas para construir castillos de arena imaginarios.
Al fondo del paseo, toca una ruidosa banda y más allá crece un parque lleno de agapantos y rosas, donde una madre grita a sus ineptos hijos para que recuperen algo que ha perdido entre las espinas.
En este punto del paseo, los mosquitos se despiertan, las piernas empiezan a cansarse y el sol se va escondiendo. Damos la vuelta, deshacemos los pasos y volvemos a casa.

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